“La literatura no salva al mundo, pero rompe el silencio”; Antje Rávik Strubel visitó la Preparatoria 5

 

El encuentro se realizó en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara

La comunidad de la Preparatoria 5 del Sistema de Educación Media Superior (SEMS) de la Universidad de Guadalajara (UdeG) vivió una jornada de reflexión y diálogo literario al recibir a la aclamada escritora y traductora alemana Antje Rávik Strubel.

El pasado jueves 4 de diciembre de 2025, la escritora, reconocida por su obra Blaues Frau (Mujer Azul) con el Premio Alemán del Libro 2021, abordó sin filtros los pilares de su obra: la identidad, la exclusión y la resiliencia ante la violencia en un conversatorio excepcional celebrado en la biblioteca "Lic. Carlos Ramírez Ladewig" del plantel. 

Esta charla literaria fue organizada por el maestro Mario Armando Garibay Ancira, profesor de alemán y encargado de internacionalización de la escuela, reuniendo a estudiantes de la Trayectoria Académica Especializante (TAE) de alemán para explorar el vínculo entre la creación literaria y el aprendizaje de lenguas extranjeras.

Para romper el hielo sobre su primera visita a México, Strubel compartió una anécdota que reveló sus filias literarias. Confesó que su mapa mental del país no provenía de guías turísticas, sino de la traducción: su conocimiento de México se tejió a través de las palabras de la autora estadounidense Lucia Berlin, quien vivió en el país y a quien Strubel ha traducido al alemán. "No tenía idea de qué me esperaba, pero estoy impresionada", admitió.

La jornada inició con una contextualización necesaria: Antje Rávik Strubel no es una autora convencional. Crecida en la antigua República Democrática Alemana (Alemania Oriental), su obra temprana se ha dedicado a explorar las disonancias y conflictos derivados de la reunificación, así como las largas sombras proyectadas por los sistemas dictatoriales. Esta biografía política fue el telón de fondo para presentar su novela más aclamada, Blaues Frau, una obra que indaga en los "mecanismos de inclusión y exclusión" y la violencia normalizada.

Antje presentó a su protagonista, Adina, una joven de 20 años que inicia la novela llegando a Helsinki en una situación muy difícil. La autora explicó que Adina, una joven con mucha fuerza interior, abandona su pueblo natal en Chequia (Schlesien) –un centro de esquí donde era "la última adolescente"— con el deseo de conocer el mundo. Motivada por mejorar el idioma que aprendió en la escuela, Adina pensó que Alemania era un país increíble donde podría convertirse en algo y estudiar.

En un momento de introspección histórica, Strubel trazó un paralelismo entre el desarraigo de Adina y su propia experiencia tras la caída del Muro de Berlín. “El país donde crecí dejó de existir”, relató a los estudiantes. Contó que, al integrarse a la Alemania unificada, sintió que tenía que “aprender la lengua de nuevo”. A pesar de que en ambos lados se hablaba alemán, le faltaba el contexto mayor para comprender los nuevos códigos, una sensación de extrañeza que transfirió magistralmente a su personaje.

El viaje de Adina en la novela sirvió para debatir los mecanismos de exclusión que operan en Europa. Strubel explicó que, al emigrar a Alemania, su protagonista es inmediatamente “etiquetada” como una persona de Europa del Este.

La autora profundizó en esta etiqueta, describiéndola como una relación jerárquica donde Europa Occidental mira con desdén a la Oriental. “Los alemanes de la parte occidental no tomaron tan en serio a las personas de la parte oriental, tratándolos como si tuvieran menos valor”, señaló. Advirtió a los jóvenes sobre el peligro de declarar a alguien como "el otro" o "extraño", pues esta práctica “les quita su humanidad” y funciona como un cheque en blanco para ejercer “todo tipo de maltrato” sin culpa.

Uno de los bloques más crudos del diálogo giró en torno a la impunidad. Antje expuso datos alarmantes: en Alemania, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia sexualizada, pero menos del 5 % de los casos llegan a tribunales.

Criticó ferozmente el sistema judicial alemán, señalando que obliga a la víctima a narrar su trauma “en la misma habitación donde está sentado su agresor”, a diferencia de los avances en países escandinavos. “Ella tiene que contar toda esta historia frente a este tipo, arriesgándose a que no le crean si comete un error en los detalles, cuando sabemos que el trauma afecta la memoria. Eso me parece absolutamente insoportable”, sentenció, subrayando la urgencia de reformas legales y sociales.

La curiosidad estudiantil llevó a Strubel a revelar los secretos de su oficio. Ante la pregunta de acerca de cómo mantener la disciplina, la autora respondió que Blaues Frau le tomó ocho años y que sufrió un bloqueo de un año entero. “Estaba tan afectada y triste que tuve que parar. Adina se quedó encerrada en su departamento y yo no sabía cómo sacarla”, relató.

Compartió una anécdota de "fracaso productivo": en un intento por forzar la trama, escribió 60 páginas donde Adina asistía a una manifestación feminista, solo para tirarlas a la basura después. “Era falso. No podía obligar a mi personaje a salir si no estaba lista”. La solución no fue la inspiración, sino la rutina: “Soy muy obediente. Me siento cada mañana con mi café en el escritorio y empiezo”, dijo, desmitificando la vida bohemia.

Asimismo, habló de los inicios de su carrera, admitiendo que nunca se atrevió a decir "quiero ser escritora" por miedo a la precariedad. “Mis padres pensaban: '¿de qué va a vivir esta niña?'. Fue una sorpresa incluso para mí que funcionara”.

Su consejo final para quienes desean incursionar en la escritura fue directo: leer vorazmente. “Empecé a escribir porque leía muchísimo. Tienen que leer de todo para entender quiénes son”, aconsejó. Además, les advirtió sobre la trampa de la inmediatez: “La primera palabra que se les ocurra no siempre es la mejor. Escribir es repensar y reformular hasta encontrar lo que realmente quieres decir”.

El evento concluyó con un llamado a la solidaridad que equilibró el realismo con la esperanza. “La literatura, tristemente, no puede salvar al mundo ni impedir la violencia”, admitió Strubel. Sin embargo, reivindicó su obra como un "testimonio" de lo que le sucedió a Adina, una herramienta para romper el aislamiento.

“Lo peor, lo que fomenta la violencia una y otra vez, es cuando se calla. El silencio es fatal”, advirtió. Por ello, instó a los estudiantes a crear redes de apoyo: “Lo más importante es que haya gente con la que se hable, que se apoyen solidariamente y no se excluyan”. Con estas palabras, Strubel dejó en la Prepa 5 la certeza de que la palabra compartida es la primera trinchera de resistencia.

  • Boletín Informativo No.
    Diego Rivas
    Sábado 06 de Diciembre de 2025
    Guadalajara, Jalisco
    Fotografía: Diego Rivas